El Mantaro
*yurik/

Diego, un niño inquieto y muy inteligente, al asomar su cabecita por la ventana de su habitación, observó como el sol despertaba de su largo y profundo sueño, salió corriendo de su casa, para observar mejor los resplandecientes, lucidos, y radiantes rayos del astro señor. En su recorrido vio alrededor del Mantaro, bazofia acumulada como si fueran cerros enormes; el Mantaro tímido, con las olas muertas y muy tranquilas; sin peces ni truchas, en la orilla del rio se puede notar como el color de las elegantes piedras fueron pintadas por sustancias desechas de las fábricas, del color de las prendas de una mujer a quien se la acaba de fenecer el esposo dejándola viuda; el Mantaro con animales feos, peligrosos y aterradores, como el bagre, los renacuajos, las ranas, los sapos negros cubiertos de lodo podrido, son los más repulsivos.
El Mantaro que un día fue un magnífico rio de aguas cristalinas, lleno de variedad de peces y sus aguas que aún sin hervir podíamos beber; el Mantaro digno orgullo de sus pobladores del gran valle del Mantaro, en aquel entonces; el Mantaro paraiso terrenal de nuestros tata tatarabuelos, hoy purgatorio del valle, tal ves mañana infierno de diego.
Triste y cubierto de lágrimas su angelical rostro, diego regresó a casa esperando que el hombre tome conciencia de la destrucción que está causando.
Su madre al verlo con lágrimas en los ojos, le dijo que todo lo que había visto era culpa del hombre, pues este por no saber cuidar lo que la naturaleza le obsequió destruyó sin escrúpulos la gran maravilla que dios creó.
Entonces diego comprendió que la única manera de contrarrestar e daño ya hecho a al naturaleza es tomar conciencia del daño causado, saber seleccionar la basura en orgánica e inorgánica, no quemar desechos tóxicos, no utilizar spriats, no arrojar a los ríos residuos químicos, etc.
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